jueves, 8 de marzo de 2012

CONCURSO CUENTOS DE TERROR


Queda un poco lejos Halloween, pero Josema Moreno, de 4ºC, nos envía el relato que escribió para el concurso literario que se convocó en esa fecha. Avisamos de que se le dio el premio porque después de leerlo te queda una sensación de inquietud y parece que un extraño escalofrío no te abandona.



UNA TARDE DE OTOÑO IRREPETIBLE

Un día en otoño estaba aburrido y me dio por salir a dar una vuelta. Eran más de las 8 de la tarde y no salía nadie, y me fui a un parque y me senté en un banco, cuando de repente se me acercó alguien por detrás. Me puso la mano en el hombro, era una mano fría y delicada. Me asusté, le eche valor y mire para atrás. No había nadie ¿habría sido mi imaginación? Detrás de mí estaba el cementerio, así que cogí y me fui porque eso me asustó del todo. Eran ya más de las 9 y media y decidí volver a casa. Volviendo vi a una chica que de repente cayó al suelo y fui a socórrela. Era rubia, de ojos azules, de más o menos mi estatura y edad y con un cuerpo impresionante. La levanté y le pregunté:

-¿Estás bien?

A lo que me respondió:

-Sí, sólo me he tropezado.

Estaba sola, y mientras hablábamos nos fuimos a dar una vuelta. Estuvimos por ahí hasta las 12 y media largas. Lo pasamos muy bien. Decidimos volver a casa cuando, de repente, mientras estábamos cruzando la carretera nos deslumbraron las luces de un coche que se dirigía a gran velocidad hacia nosotros y nos quedamos inmóviles. De repente lo vi todo negro y me desperté en mi cama. ¿Todo fue un sueño?

Bajé para el piso de abajo e iba todo con normalidad salvo por una cosa: mis padres iban cabizbajos y vestidos de negro y mi hermana estaba muy triste. Antes de que pudiera decir nada se fueron. Me vestí velozmente y salí corriendo detrás, pero ya era demasiado tarde y se habían ido. Esperé en la puerta y al cabo de un rato me quedé dormido en el porche. Al rato se escuchó un jaleo y por el fondo de la calle se veía a mucha gente vestida de negro. Como estaba aburrido fui a ver qué pasaba. Se dirigían hacia el cementerio. Entre la muchedumbre se veían dos coches fúnebres. Me pregunté quién se habría muerto. Casi llegando al cementerio vi a la chica rubia, no me lo podía creer ¡existía de verdad!, ¿estaría todavía soñando? Estaba apartada a un lado de la acera. Me dirigí hacia ella para pasar por su vera a ver si me reconocía y al pasar por su lado volví a tener esa extraña sensación de la mano fría y delicada, pero esta vez la sentí en el brazo, era ella que me detuvo agarrándose a mí. La miré y me puso el dedo en los labios mientras que me decía: ¡shhh!. Le pregunté quién había muerto. Me dijo que me esperara a que se fuera todo el mundo.

Cuando todos se fueron, me cogió de la mano con un tacto suave y frío y me llevó ante dos tumbas recién puestas. Y en esas tumbas ponía…

“EN MEMORIA DE JOSÉ MANUEL MORENO GAMERO Y ROSA MARÍA DEL PRADO, QUE MURIERON ATROPELLADOS. D.E.P.”

1 comentario:

  1. La verdad es que este cuento no da miedo. Está bien pero no del todo. Me gustaría que pusieran un cuento escrito por la niña de la recomendación. Porfavor. Es que yo estuve presente cuando leyó su cuento y me gustó mucho. Y siempre he querido escuchar otro. espero que pueda hacerlo.

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